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• Ocho años de monitoreo liderado por científicos de The Nature Conservancy de Chile y Latinoamérica prueban el potencial de los humedales cordilleranos como solución basada en la naturaleza.
• El rol de estos humedales es fundamental en la filtración, almacenamiento y descarga de aguas de deshielo a la cuenca, además de regular el impacto de crecidas en el cauce.
Por primera vez en los Andes centrales, ocho años de monitoreo de humedales altoandinos en la cuenca del Maipo han permitido cuantificar el efecto regulador de un humedal de altura, demostrando que una cuenca con ecosistema de humedal reduce los caudales máximos de crecidas y aumenta el flujo base mínimo de agua durante los meses secos.
Todo ello ha sido gracias a un riguroso estudio hidrológico para comparar cuencas con y sin sistema de vegas asociado, liderado por científicos de The Nature Conservancy (TNC) de Latinoamérica y Chile. Este contó además con el apoyo de Cetaqua Chile, Corporación Chilena de Investigación del Agua, que jugó un rol fundamental al proveer datos climatológicos y apoyar el análisis de los datos de caudales superficiales, además de la revisión de los componentes generados por TNC.
Paulo Petry, científico senior para conservación de agua dulce de TNC para América Latina, explica que:
“el estudio tiene como objetivo entender cómo y cuándo almacenan agua, cuánta agua retienen, y cómo eso puede contribuir de forma importante para determinar la disponibilidad de agua para Santiago desde la cuenca del Maipo”.
Al respecto, Doménico Sciolla, director de recursos hídricos de Cetaqua Chile, destaca que:
“este estudio ha permitido demostrar científicamente el rol de los humedales en la filtración y amortiguación de caudales para aumentar la seguridad hídrica de la región, que está fuertemente impactada por el estrés hídrico. Este proyecto también contribuye a mostrar la necesidad de iniciativas para la conservación de estos humedales, al ser un elemento clave en la Cuenca del Maipo, las que se podrían transferir a otras cuencas del Chile”.
La red de monitoreo hidrológico considera cuatro sitios de la cuenca alta del río Yeso: humedal Casa Piedra, humedal Campamento Minero, humedal Parque Valle del Yeso y Arroyo Aparejo. Casa Piedra cuenta con la vegetación característica de humedales altoandinos, compuesta principalmente de juncias, poáceas o gramíneas y otras especies presentes en suelos saturados con el desarrollo de depósitos de turba. El Arroyo del Aparejo fluye a través de un terreno similar al de Casa Piedra, pero sin un humedal asociado, limitándose la vegetación a los márgenes del curso principal a la salida de la cuenca.
Las mediciones constantes permitieron constatar que el humedal Casa Piedra actúa a la vez como filtro, reteniendo los sedimentos del agua que desciende de la cordillera y filtrándola en su camino al embalse de El Yeso; y también como esponja, reteniendo con su suelo y vegetación estas aguas en primavera, y liberándolas a la cuenca en la época estival (enero a marzo), cuando más se necesita.
El humedal Casa Piedra, con 40 hectáreas de superficie total, tendría una capacidad de almacenamiento potencial de 648.000 m3. Considerando un consumo por persona de 200 litros al día, el agua almacenada en el humedal permitiría abastecer a 8.877 personas por un año, lo que equivale a un abastecimiento de 222 personas por hectárea.
Además, debido al efecto regulador del sistema del humedal en Casa Piedra, los caudales máximos son bastante menores que los registrados en Aparejo. Así, las crecidas máximas instantáneas se ven atenuadas por la presencia del humedal. Una moderación en los caudales máximos permite preservar las riberas y las obras hidráulicas ubicadas aguas abajo, y disminuir de manera importante el arrastre de sedimentos.
Como indica Paulo Petry, los humedales en buen estado tienen un efecto esponja mucho más pronunciado. Por lo tanto, pensando en preservar y potenciar su efecto de filtración, retención y posterior liberación de agua a la cuenca, la primera medida necesaria sería controlar el pastoreo y las cargas de ganado, y dejar que el pastizal y el resto de la vegetación asociada con las vegas pueda generar semillas y germinar para la próxima estación, ya que el pastoreo elimina la producción de semillas, compacta el suelo y lleva a la muerte de esta vegetación. Otra medida necesaria es controlar el turismo y sobre todo prácticas de alto impacto en estos ecosistemas como el tránsito de vehículos 4×4 sobre su superficie. De esta forma se puede trabajar para restaurar estos humedales, suplementándolos con agua que impulse el crecimiento de su vegetación típica, proceso que utiliza la misma agua que proviene de la cordillera en los deshielos. Esta se redirecciona de manera planificada e intencional para que se mantenga más tiempo en superficie, ayudando a la germinación de la vegetación, contribuyendo así a la fijación del suelo, retención de nutrientes y por último el almacenaje de agua.
Juan José Donoso concluye que:
“las acciones de conservación y restauración que se generen en estos sectores tienen retornos concretos, no sólo en la flora y fauna del sector, sino también en el bienestar de las poblaciones asociadas, siendo la seguridad hídrica la que presenta un mayor aumento. El desafío futuro es amplificar este tipo de iniciativas a otras cuencas de Chile central y fomentar la conservación y restauración de humedales, para así tener una mayor resiliencia del abastecimiento de agua y colaborar a una mejor adaptación de Chile Mediterráneo al cambio climático”.